"Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión."


- ARTICULO 19. Declaración universal de los derechos humanos, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948 en París

miércoles, 24 de junio de 2009

RECUERDOS Y REFLEXIONES de una mujer ARIA




por SAVITRI DEVI



DEDICADO A LOS INICIADOS,
MUERTOS O VIVOS
DE LA ORDEN SCHUTZSTAFFELN,
EN PARTICULAR A LOS DE LA SECCIÓN
“AHNENERBE”
DE DICHA ORDEN, Y ASUS DISCÍPULOS
Y EMULOS DE HOY Y DE LOS SIGLOS VENIDEROS.


Respeta al hombre de raza noble, distinta que la tuya, que lleva, en un marco diferente, un combate paralelo al tuyo –al nuestro. Es tu aliado. Es nuestro aliado, aunque esté en el otro extremo del mundo.


Ama a todos los seres vivientes, cuya tarea no se oponga de ninguna manera a la tuya, a la nuestra: -los hombres de corazón sencillo, honestos, sin vanidad y sin malicia, y a todas las bestias, por que ellas son bellas, sin excepción, y sin excepción indiferentes a cualquier “idea”. Ama a los animales y sentirás lo eterno en la mirada de sus ojos de azabache, de ámbar o de esmeralda. Ama también a los árboles, las plantas, el agua que corre en la hierba y va al mar; ama la montaña, el desierto, la selva, el cielo inmenso, pleno de luz o de nubes; porque todo esto sobrepasa al hombre y te revela lo eterno.


Pero desprecia a la masa humana de corazón vacío, de espíritu superficial; a la masa egoísta, cobarde y pretenciosa, que no vive más que para su propio bienestar, y para lo que el dinero puede comprar. Despréciala, a la vez que te sirves de ella siempre que puedas. Si esa masa humana es de nuestra raza, y suficientemente pura, de ella pueden nacer niños que, educados por nosotros cuando llegue la época en que podamos expresarnos nuevamente, valdrán infinitamente más que sus padres. Este es el mejor servicio, si no el único que dicha masa puede rendir. Cada vez que un hombre de buena raza, alegremente integrado en la “sociedad de consumo” te decepcione, piensa que no cuenta como individuo consciente; sabe que sólo su sangre cuenta. Ved en él lo que, únicamente considera un ganadero en la crianza de caballos o perros de raza: se pedigrí. Y déjale hablar: -lo que diga, lo que crea pensar, no tiene ninguna importancia.


En cuanto al enemigo de los valores inmutables, el enemigo de la Naturaleza y de la Vida –el que querría sacrificar el más bello al menos bello, o al francamente feo; el fuerte al débil; el sano al sufriente, al enfermo y al deficiente-; en cuanto a aquel que se erige, solo o en grupo, contra lo eterno, combátele con todo el ardor de tu corazón, toda la fuerza de tu brazo, toda la eficiencia de tu inteligencia. No es necesario odiarle. El sigue a su naturaleza y cumple su destino oponiéndose a los valores eternos. El juega su papel en la danza cósmica sin comienzo ni fin. Pero –precisamente por esta razón- es necesario e incluso urgente combatirle, por todos los medios, sin tregua ni debilidad. Porque él es un contrario absoluto –nuestro contrario y, consecuentemente nuestro enemigo natural- en el implacable juego de las fuerzas.


Combátele con des-apego y con todo tu poder: los Fuertes conservan un equilibrio sereno incluso en el fanatismo más exaltante. Combátele mediante la violencia, combátele sin violencia, según los casos. Combátele pensando día y noche en la oposición que existe entre su misión y la tuya.

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